miércoles, 13 de junio de 2007

RITMO

Lo importante es el ritmo, que decía Luis Ciges en ese monumento al dandy que es el cortometraje "Aquel ritmillo". Claro que sí. Tras varios meses inmerso en una rutina asquerosa, mi vida se parecía más a la de un protozoo trabajnado de espantapájaros que a la de una persona. Lo único interesante de cada día eran el ver si el pianista había escrito un nuevo post, o ver que nueva discusión trasnochada había sido zanjada. Pero hoy he vuelto a los orígenes y he vuelto a creer.

El ritmo es lo que nos hace humanos. Desde las profundidades del África Meridional se elevan los ecos de los primeros homínidos que miraron el mundo con curisiosidad de saber por que funcionaba así. Y decidieron plasmarlo en sonido, en los ruidos de los diferentes instrumentos de percusión que habían creado. El ritmo te hace moverte con sentido aunque seas esclavo en una galera o un condenado de camino al patíbulo. El ritmo ordena ideas y abre perspectivas. El ritmo crea, multiplica, fecunda.

Hoy he vuelto a creer en el ritmo. Fuí un blasfemo, me instalé en el inmovilismo, me desplazé a mi refugio y abandoné la fuerza motriz. Pero esto ha cambiado. Hoy he vuelto a gozar de una obra maestra que nunca será considerada como tal por esconderse detrás de un ridículo nombre de opereta: "Qué ruina de función". He vuelto a sentir vértigo viendo una obra audiovisual sin marearme. Qué velocidad, qué pasión, qué intensidad. Ese extraño elemento llamado Peter Bogdanovich nos regala una lección de agilidad y de viveza. Sólo recuerdo una película que supere en conjunto a esta en estos aspectos: "Uno, dos, tres" del Maestro Wilder.

El señor Bogdanovich nos ha regalado "La última película"(que no aparece en su ficha en el imdb), "¿Qué me pasa doctor?", en la que consigue hacer medianamente soportable a Barbra Streisand y "Paper Moon" (que reconozco no haber visto, pero la tengo en la carpeta de urgentes). Es además uno de los mejores reflexionadores sobre cine y en la película que nos ocupa, "Qué ruina de función" pone sobre la mesa todo lo parendido de maestros como Hawks, Wilder o los genios del slapstick-comedy, como Buster Keaton. El segundo acto de la película es casi por entero mudo y está rodado en un par de magnífico palnos secuencia que dejan al espectador sin aliento, y todo sin tener que incluir efectos especiales ni movimientos de cámara mareantes.

Muchos supuestos directores de acción (Gore Verbinski o Sam Raimi en sus últimos despropósitos, sin ir más lejos) debía aprender de la comedia que el ritmo no lo producen los gráficos pro ordenador o una toma mareante vacía de contenido. Incluso un adalid de los efectos especiales como James Cameron nos demostró a todos en "The Terminator" que la acción se puede sostener por ella sola, y que los efectos es una salsa que potencia las cualidades de una obra.

El verano está a la vuelta de la esquina, con sus "Transformers", sus "4 Fantásticos" y demás. A ver cuantos consiguen esa sensación de ritmo que logra Peter Bogdanovich (de Hawks y Wilder ya ni hablamos, que les quedan un poco lejos). Qué ruina de función ,pero qué goce para los sentidos.

1 comentario:

poliptoton dijo...

Consideraba y considero que "¿Qué me pasa, doctor?" es algo muy, muy parecido a la película perfecta. No es que Barbra esté soportable, es que está hasta casi, casi... (entre dientes) guapa. Va, venga, no me dirás que cuando canta sobre el piano en la azotea del hotel no tiene su puntillo... Yo cada vez que pienso en la frase "utiliza el sex-appeal" no puedo parar de reír. Es un manual de cómo tener un modelo insuperable ("La fiera de mi niña") y superarlo.
Y lo de "Dame un respiro" es una gran idea. Creo que voy a empezar buscando el capítulo de "el sueño de todo hombre" y luego seguiré tirando del hilo.