martes, 27 de marzo de 2007

Zeta P in Da House

Hoy he tenido entrenamiento como todos los martes por lo que no he podido videar a ZP en esa nueva versión del programa 100 contra 1. Pero lo he compensado con la revisión de una de las mejores películas políticas de todos los tiempos Ali G anda suelto (Mark Mylod, 2002). No bromeo la trama está a la altura de la serie El ala oeste.
Ali G por lo menos es como un tipo cualquiera de la calle, no tiene asesores que le indican que es lo que debe o no debe hacer, decir o ponerse. Y por lo menos pide "respecto" de verdad, no como nuestros dirigentes que lo dicen tres palabras antes de cagarse en la madre de su rival político.
La política es una versión de la lucha en el barro, donde el barro ha sido sustituido por mierda y por votos. Son cerdos revolcándose en su inmundicia y sus errores los pagamos nosotros. Si al menos se respetaran, podríamos aceptar su lucha como algo natural, pero al negarse a aceptar un comportamiento digno y rebajarse dejan de ser humanos para ser sólo estercoleros andantes.
Cuando aprenderán que no por insultarse llegarán antes a los altares políticos. Han cambiado en sus discursos la retórica griega por la inquina. Han dejado de ser caballeros en limpia justa verbal para convertirse en vulgares asaltantes arrabaleros de faca en mano e improperio en el labio.
¿Os acordáis de aquel lema que decía: y si hay una guerra y ninguno fueramos? Yo propongo uno nuevo: y si en las elecciones votamos todos nulo y a ellos que les jodan.

Buenas noches y no dejeis nunca de cuestionaros todo.

P.D.: sigo diciendo que Zapatero es clavado a Michael Keaton. Ayer me vi Beetlejuice (Tim Burton, 1988) y es igualito, pero con menos gracia.

lunes, 26 de marzo de 2007

Mambrú se fue a la guerra

Hoy he tenido uno de esos encuentros esperpéntico- callejeros de camino a casa de Pilar. Andaba pensando en las musarañas cuando me cruzé con una señora de unos cincuenta y pico años y su perro. El animal era un ser minúsculo, de pelo escaso y marrón que encuadraríamos en la categoría de perros patada.
El "perro" iba atado a una de esas correas extensibles, también conocidas como de libertad aparente (el perro comienza a caminar tranquilamente alejandose del dueño, creyendo que el mundo es suyo, olisqueando y meando donde quiere hasta que una sacudida de la correa le recuerda que la libertad de uno ocupa un espacio, y, en su caso es de unos diez metros). El "perro", decía, iba caminando unos metros por delante de la señora, pero por el otro lado de la acera, creando una barrera con su correa que cruzaba la acera de un extremo a otro. El "bicho anteriormente conocido como rata gigante" se iba acercando peligrosamente a un paso de cebra hasta que la dueña corto las alas de su libertad con dos actos simultaneos: primero, trabó la correa; y, segundo, dijo con una voz aflautada a la que intentó imprimir autoridad: "Mambrú, quito ahí".
Mambrú, gran nombre que pierde su idiosincracia al ser pronunciado por aquella señora y dirigido a aquel ser. Lo que hacen las canciones infantiles.
Pero el pequeño Mambrú me hizo reflexionar sobre la cantidad, cada vez mayor, de perros patada que uno puede ver por la calle. Tras la moda de todo malote de tener su pirbu o su rotbailer, ahora son las amas de casa que se compran uno de esos estúpidos chuchos para que les hagan compañía. Esto yo no lo critico, lo que si me fastidia es que sean madres que cuando eras pequeño mataban a tu hamster a escobazos en cuanto te descuidabas las que ahora se compren esos bichos que son hamsters huidos de Chernobil. Como si un perro al que poder llamar así de forma digna diera más trabajo que una de esas ratas de mierda que sólo comen, cagan y ladran.
Aunque la solución más probable es que un labrador o un basset hound no se dejarian poner esas horrendas creaciones de ganchillo que las aburridas amas de casa crean con tanto mimo para ellos. Y los chucho aguantan con incomiable dignidad los arrebatos costuriles de estas emulas de Chanel o Dior (pregutadle sino al pobre Otto).

miércoles, 7 de marzo de 2007

Prostitutas enanas

Acabo de ver, por fin, "Pequeña Miss Sunshine" (2006, Johnathan Dayton y Valerie Faris). Lo que más me gustó fue el final y la forma en que se ríen de los concursos de belleza infantil. Creo que es una de las formas más eficaces de crear un monstruo que ha concebido el hombre. Las niñas- principalmente- son invitadas a realizar pases como las mayores. Lo único que consiguen los padres es crear unos monstruitos que dan más repelús que las fotos de la boda de Ángel Cristo con Bárbara Rey.

La mejor definición de estas criaturas la dió el padre de un amigo: prostitutas enanas. Viéndo las fotos de esos concursos uno no puede pensar en una definición mejor. La explotación a la que someten a las crías argumentando que es lo que ellas quieren me parece denigrante. Los padres empujan a sus hijas a realizar ciertas cosas como las chicas mayores sin entender que cada edad y cada etapa de la vida tiene una función. Si a esas niñas no se le aportan una serie de valores positivos más allá de que la belleza (con la delgadez como estandarte) es el fin último de toda mujer, esa niña nunca será una mujer, pues su proceso de formación como adulta no se completará con éxito.

Hace unos cuantos años, la sociedad americana se encontró con la tragedia de JonBenet Ramsey, la niña modelo que fue hallada muerta en su casa. Aquel suceso hizo salir a la luz la parte más desconocida de esos concursos de realización paterna empleando a los hijos como instrumentos. Hace pocos días recibimos la notica de que a una madre se le había retirado la custodia de sus dos hijos porque estaba más pendientes de los compromisos audiovisuales (anuncios, series, cortometrajes, películas) de los niños que de su formación. Me parece una de las medidas más valientes que se han tomado en los últimos años por parte de la justicia española. La explotación infantil no es sólo obligar a tus hijos a trabajar haciendo balones o ropa para marcas de renombre, también lo es el introducirles en el sacarles beneficio mediante la explotación de su imagen.

Hace años existía un programa conducido por Bertín Osborne llamado "Menudas estrellas" donde los padres españoles podían llenar sus bolsillos y satisfacer su frustración a través de la exhibición de sus hijos. Aunque no lo crean, programas como esos han dejado muchas infancias desdichadas. Los niños sólo deben de tener dos preocupaciones en esa etapa de su vida: divertirse y aprender. De los padres es la obligación de proprocionarles ambas y, cada vez con mayor frecuencia, nos encontramos con casos en que esto no es así.

Dejemos a los niños ser niños, que jueguen, que disfruten, que aprendan, que vivan. No queramos crear más Michaels Jackson y bichos por el estilo.

martes, 6 de marzo de 2007

¿Qué ha pasado con las películas infantiles?

Ayer fui a ver "Noche en el museo"(2006, Shawn Levy), la nueva película de Ben Stiller. Tenía ganas de ver una película infantil, de esas en las que te dejas llevar y disfrutas de un buen rato y te sientes como ese niño que todos los findes acudía al cine para ver joyas como "Willow"(1988, Ron Howard), "Exploradores"(1985, Joe Dante) o "Los Goonies"(1985, Richar Donner). Y, la verdad, uno se desespera.

La película es entretenidilla, sin más. Falta ritmo, mucho ritmo, y el guión deja mucho que desear. La construcción de la historia tendría que haber sido otra. Pero primero haré un resumen: Ben Stiller es un divorciado con un crío que salta de trabajo en trabajo y que, para no ser desahuciado , acepta el trabajo como guarda de noche en el museo de historia natural de Nueva York. Por la noche el museo cobra vida y debe mediar entre sus diferentes habitantes.

La cosa promete. Es una muy buena idea para hacer una de esas plículas que nos hacen pasar un rato agradable con acción, risas y un romance light para todos los públicos. El problema es que la idea se acaba a los 20 minutos de empezar. El ritmo es entrecortado, con unos bajones tan grandes que luego le cuesta remontar y la relación del padre y su hijo es más falsa que el cartón piedra de los decorados. Si no fuera por que salen Dick Van Dyke y Mickey Rooney, esta sería una peli más, pero a los clásicos hay que respetarlos.

La sensación que queda tras ver la película es que se podía haber hecho mucho más. Ahora las películas infantiles siguen un patrón tan estandarizado que ya no tienen gracia alguna. Se coge un libro que haya vendido muchísimo (y si no, se encargan de que así sea) y, hala, a hacer la película. En fin, que vale que "La princesa prometida" no sea un guión superoriginal, pero por lo menos está cuidado y tiene auténtica mala leche y humor algo cafre.

Estoy cada vez más de acuerdo con la afirmación de que el cine se muere (o está de parranda desde hace mucho). Todo lo que viene de EE.UU., incluyendo pelís independientes, está cortado por el patrón de Syd Field: la división de la historia de una manera determinada y con acciones específicas en cada momento. Es como el gemelo de "El ladrón de orquídeas" (2002, Spike Jonze) que va a un seminario de guinistas y escribe un guión que rapidamente le compran. Eso no es más que un reflejo de la cruda realidad que ya se ha impuesto en nuestro país. Sólo algunos inconformistas siguen contra viento y marea haciendo lo que le da la gana, sin saber lo que es el paradigma de Field (aquí dejo la dirección de blog cienma que lo explican muy bien: www.blogcinema.es/index.php?title=el_paradigma_de_syd_field&more=1&c=1&tb=1&pb=1). Con la estandarización de la estrucutra narrativa, las películas se han hecho previsibles y nosotros nos jodemos.

En fin, a todos aquellos que esteis escribiendo un guión, no os obsesioneis con la estructura, no es la clave. Si no se definen bien los personajes y el motor de la acción, no habrá Billy Wilder que os salve. Fijaros sino en una de las más grandes películas "Ciudadano Kane" (1941, Orson Welles), el primer y el tercer acto apenas ocupan unos minutos, el desarrollo abarca desde el minuto 12 hasta el 107. Ya se que Orson Welles es uno de los grandes, pero habrá que fijarse en los genios para , algún día, ser algo más que un mediocre.

P.D.: me parece bochornoso que le den el Oscar a Scorsese por un remake de una peli hongkonesa. A dirigido alguna de las mayores obras del cine amerciano y se lo dan por una obra menor. Tendrían que manipular los libros y declararle ganador del Oscar de 1980 por "Toro salvaje" que se come con patatas a esa mierdipeli del Roberto Redford "Gente corriente".

La imposibilidad de la perseverancia

Acabo de leer el blog de Alex de la Iglesia (blasfemandoenelvrticedeluniverso.blogspot.com/ ) y por mucho que diga, le aprecio por su perseverancia. Estoy acabando la carrera de Comunicación Audiovisual y he participado en varios rodajes. Sé lo que es la locura y el caos de la búsqueda de la magia de la pantalla y por ello admiro que alguien tenga cojones para escribir en un blog después de un día de rodaje, y más si ha sido un día jodido.

La perseverancia es una extraña cualidad. Yo no la poseo, y la mayoría de la gente tampoco. Y es algo que nos quita de realizar gran cantidad de proyecos que tras un breve tiempo son abandonados. Y en el mundo del cine la perseverancia, o fuerza de voluntad, es algo indispensable. Un corto, una película, un documental,... no son ejercicios improvisados, son auténticas carreras de fondo que exigen estar al 100% odos los días.

Por otro lado, supongo que los filósofos (no hay que olvidar que eso es lo que estudió el señor de la Iglesia) son expertos en esta cuestión. Sin una fuerza de voluntad a prueba de bombas termonucleares no podrían establecer sus conclusiones acerca de las cuestiones fundamentales del ser humano. No me imagino a Platón en pleno proceso de escritura de La República (un libro bien gordo lleno de muchos razonamientos y exposiciones brillantes) decidir que seguiría "mañana", ese tiempo verbal, futuro imperfecto, en el que todas las tareas pendientes tienden a realizarse: "Esta metáfora de la caverna me está quedando de puta madre, me bajaré al bar a celebrarlo con unas copas de hidromiel y ya lo terminaré mañana".

En fin, que no hay nada que se pueda terminar mañana, pero por si acaso, hagamoslo hoy.