Hoy he leído esta noticia que si bien no me sorprende, no deja de tocarme los cojones. Desde hace unos años nos llevan vendiendo que las televisiones de formatos panóramicos (16:9 o 1.78:1) eran el futuro, podríamos ver las películas sin esas desagradables bandas negras y con una calidad mayor. Muchos picaron, tantos como los que ahora pican con eso de los nuevos televisores de alta definición. Igual que fue estúpido antes, lo es ahora. Ahora, por que nadie emite con auténtica calidad digital y aunque emitieran, apenas existe diferencia con la calidad de un DVD. Antes, por que constantemente observamos como las series que nos vuelven locos son masacradas, deformadas, privandonos de una parte importante de información puesto que las series no son rodadas (por que allí las series se hacen en 35 mm.) al tuntún, sino que son el final de un proceso creativo largo y complejo.
Aquí, malacostumbrados merced a esos subproductos televisivos como Los Marranos y los productos de Anita Obregón, no nos molesta. Como borregos nos dejamos embelesar por la verborrea supuestamente borde del Dr. House mientras la imagen nos pasa desapercibida en gran parte. Pero eso no es justo. Nos quedamos sin gozar de una obra en su totalidad, es como si en las reproducciones del Guernica le quitarmos un par de metros en los extremos, porque el formato de las postales 11 x 15,5 cm y no nos entra si no ponemos un par de bandas negras horizontales sobre y debajo del cuadro. Ya me imagino a todos los seudointelectuales de este raquiticamente culto país reclamando que non mancillen esa obra maestra (ya trataré otro día lo que me parece esa obrita y su creador).
¿Pero que pasa cuando la mancillada es una obra de nuestra tan odiada televisión? Pues que aquí paz y después gloria, si no podemos follarnos a las dos a la vez. Y nosotros nos jodemos, tenemos que aguantar cambios de hora sin previo aviso (a veces si Doctor en Alaska era una serie o uno de esos publirreportajes sobre alguna región para rellenar- recuérdense los anunicos de Adalucía), de día (una serie no es nada sino la cambian de día un par de veces) o la cancelaban por la face.
Después de jugar con nosotros durante años, hemos decidido pasar de ellos y ver nuestras series favoritas bajándonos los capítulos de internet. Y no llaman de todo. Ay, me llamas perro y eres tú el que se lame los huevos. Yo sólo sé que los capitulos que veo en versión original me muestran la obra como fue concebida, sin modificaciones en la imagen ni con una interminable colección de anuncios que dan ganas de meterle a todos los directivos televisivos cada uno de los productos de un bloque publicitario por el ano. Y seguro que les gustaba.
En fin, que voy a ver si me veo el último de Perdidos que está la cosa que arde.
Aquí, malacostumbrados merced a esos subproductos televisivos como Los Marranos y los productos de Anita Obregón, no nos molesta. Como borregos nos dejamos embelesar por la verborrea supuestamente borde del Dr. House mientras la imagen nos pasa desapercibida en gran parte. Pero eso no es justo. Nos quedamos sin gozar de una obra en su totalidad, es como si en las reproducciones del Guernica le quitarmos un par de metros en los extremos, porque el formato de las postales 11 x 15,5 cm y no nos entra si no ponemos un par de bandas negras horizontales sobre y debajo del cuadro. Ya me imagino a todos los seudointelectuales de este raquiticamente culto país reclamando que non mancillen esa obra maestra (ya trataré otro día lo que me parece esa obrita y su creador).
¿Pero que pasa cuando la mancillada es una obra de nuestra tan odiada televisión? Pues que aquí paz y después gloria, si no podemos follarnos a las dos a la vez. Y nosotros nos jodemos, tenemos que aguantar cambios de hora sin previo aviso (a veces si Doctor en Alaska era una serie o uno de esos publirreportajes sobre alguna región para rellenar- recuérdense los anunicos de Adalucía), de día (una serie no es nada sino la cambian de día un par de veces) o la cancelaban por la face.
Después de jugar con nosotros durante años, hemos decidido pasar de ellos y ver nuestras series favoritas bajándonos los capítulos de internet. Y no llaman de todo. Ay, me llamas perro y eres tú el que se lame los huevos. Yo sólo sé que los capitulos que veo en versión original me muestran la obra como fue concebida, sin modificaciones en la imagen ni con una interminable colección de anuncios que dan ganas de meterle a todos los directivos televisivos cada uno de los productos de un bloque publicitario por el ano. Y seguro que les gustaba.
En fin, que voy a ver si me veo el último de Perdidos que está la cosa que arde.
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