domingo, 26 de septiembre de 2010

Yo para ser feliz quiero una nación

De vuelta para comentar ciertos aspectos de la semana que se avecina con esa huelga general que de seguir los servicios mínimos solicitados por el ministerio y demás estatutos nacionales sería una pausa para el cigarro.

Me hizo gracia en su día la fecha elegida puesto que a finales de Septiembre la huelga no hace tanto daño como a principios cancelando vuelos, trenes, cerrando gasolineras, con solo una taquilla de peaje. Se hubiera cre3ado un superatasco tal que ni lo chinos y sus congestiones de 90 kilometros en la M-30 pekinesa. Pero claro, cuando uno se pone a meditar quienes son los responsables de decidir las fechas así como las reclamaciones que se han de hacer al gobierno pues como que todo queda aclarado. En estos tiempos no debemos considerar a los grandes sindicatos como la herramienta que conseguirá mejoras para el trabajador puesto que hace ya yiempo que se han convertido en la voz de su amo, un gobierno que sigue meando encima nuestra y no solo dice que es lluvia sino que incluso intentat convernernos de que es Sunny Delight.

Una huelga general de un día lo único que hace es que la gente aproveche y se vaya al monte o a visitar algún sitio bonito. Será por ser gallego, pero para mi la huelga es ir a Portugal a dar una vuelta por el mercadillo. Y eso es por que la gente hace tiempo que ha aceptado que los politicastro y gentuza de medio pelo que gobiernan (desde alcalde a presidente europeos y mierdas varias) van a hacer lo que les salga de la punta del mismísimo cimbel aunque salgamos a la calle con el puño en alto y nuestras soflamas proletarias. Dejémonos de milongas: la única solución es sitiar sus urbanizaciones y llevarles toneladas de mierda a sus puertas para que puedan recibir todo lo que han sembrado.

Por mi parte, pienso pasar el día viendo películas de Charles Bronson y Chuck Norris para poder comprender de donde viene ese odio a todo aquel que quiera reivindicar sus derechos.

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