domingo, 2 de diciembre de 2007

Al hilo del comentario anterior me ha surgido una curiosa reflexión. Las fotos a las que me refiero llevaban "extraviadas" varios años. Mi me mente había construido un recuerdo totalmente nuevo acerca del motivo que aparece en ellas. Y eso me lleva a pensar sobre cuantos de nuestros recuerdos son reales más allá de la mente. No en plan "Blade Runner", sino en cómo la mente transforma los recuerdos, rellenando los huecos como si de una ilusión optica se tratara.

Es curioso el modo en que se organizan muchos recuerdos y como cambian más o menos si son verbalizados o transmitidos a menudo. Si contamos una anécdota, esta se irá enriqueciendo cada nueva vez que sea repetida, viendose el proceso ayudado por la complicidad del interlocutor, esto es, que dependiendo de a quién se lo contemos añadiremos unos u otros detalles para transmitir lo mismo, el quid de la historia. Con el paso del tiempo, crearemos una fórmula asentada que funciona con cualquier interlocutor e introduciremos a penas cambios, como mucho, cambiaremos alguna muletilla o expresión para adecuarla a los tiempos que corran.

Por ello, al final, nuestro recuerdo se mezclará con la anécdota de tal modo que no distinguiremos entre el recuerdo real, que siempre "estará ahí" y los añadidos debidos a su transmisión.

Pero peor es cuando un recuerdo a penas lo verbalizamos, o nos piden que lo hagamos pasado una buena temporada. Entonces el recuerdo podrá dirirgirse en dos direcciones, básicamente: una, que se verbalize en forma de la idealización del recuerdo real; y dos, que transmute su forma convirtiendose en una historia apenas cercana al recuerdo real. Mientras que la primera posibilidad no es más que visión superlativa y positiva del hecho, la segunda es una nueva historia que a penas tiene en común con la realidad el hecho de que tú protagonizas los dos.

Es por todo que a veces, cuando miro una foto intento ajustar el recuerdo que tengo con lo que me muestra la imagen, ya que es la única prueba que tengo de como eran las cosas en realidad. Esto me conduce a mi segunda reflexión ¿qué recordarán los niños en el futuro? Vivimos rodeados de aparatitos electrónicos que captan imágenes pero luego quedan almacenadas en forma de unos y ceros dentro de los discos duros o los CDs, pasando a formar parte de la nueva memoria, la virtual, que es igual o más propensa a sufrir cambios en las informaciones que guarda. Por ello, me sigo preguntando ¿podrán los niños del futuro como era su infancia?

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