viernes, 3 de agosto de 2007

Un pequeño break (dance)

Mañana tempranito comenzarán mis no vacaciones en el pueblo, por lo que el ritmo de actualización del blog caerá en picado. A esto se le unirá el hecho de que en Septiembre me esperan los, espero, últimos exámenes de mi carrera.

Será un mes y medio de encierro y sacrificio estudiantil que creo que valdrá la pena. Pero no me voy a despedir sin más, por que hay que dejar siempre algo que mantenga a la gente con ganas de más.

El tema de hoy es el veraneo en el Mediterráneo, es decir: 16 horas de coche (hay que ir desde Galicia, ojo), caravanas, peleas en el asiento de atrás, calor, un apartamento de mierda, bichos, calor, madrugar para coger sitio en primera línea de arena-polvillo-terrosa y calor, mucho calor.

Siempre he veraneado en Galicia, aunque mi familia posee un piso en Benidorm al que acuden mis tíos por turnos durante el verano. Yo he pasado algunos períodos no superiores a una semana, pero me fue suficiente. Odio el veraneo cañí. Odio el Levante, con sus poblachos llenos de rascacielos llenos de madrileños llenos de sudor. Lo siento, pero es superior a mí.

Para empezar, el viaje. Pocos destinos merecen las vicisitudes viajeras que padezen estos avezados pilotos, dignos descendientes de los conductores de carretas del Salvaje Oeste. Y entre los destinos que merecen la pena no incluyo Benidorm, Gandía, Benalmádena o similares. Esa interminable serpiente que se extiende desde todos los puntos del país en dirección a las costas levantinas (principalmente) es una nueva expresión del Mal que tentó a Adán y a Eva en el Paraíso. Cada coche es una bomba cargada con el material más inflamable que hay: la comunicación obligatoria. Un matrimonio puede vivir feliz el resto del año, intercambiando apenas cuatro frases, que son más bien cuatro quejas :"qué cara está la vida" y derivados, "estos siempre tocando los cojones" (valido para equipos de fútbol, políticos o huelguistas de medios de transporte), "este país va a peor" (aplicable a los mismos ámbitos que la anterior) y toda coletilla que implique el yo soy mejor que vosotros. Las largas caravanas hacia la costa, junto las dos semanitas en el mierdiapartamento que te cuesta el sueldo de dos meses, son culpables de la gran mayoría de los divorcios.

Y explotar ya en el viaje de ida es fácil. Primer posible punto detonante (PPD): meter TODA tu casa, menos los muebles en el exiguo maletero de tu utilitario; ya puedes ser el campeón del universo de tetris que la operación te llevará como mínimo cuarenta "¿pero no ves que no cabe?" y unos cincuenta y tres "¿pero se puede saber para que coño llevamos esto? ", a parte de blasfemias varias. Segundo PPD: los niños y el jaleo que arman; si no están quietos en casa, van a estarlo en el pequeño habitáculo en donde se ven confinados durante horas interminables y rodeados de los bultos que no entraron en el maletero; y eso que con las autovías se eliminó otro problema asociado, los mareos. Tercer PPD: el tráfico, si va fluido, porque va fluido y tu vas por el carril más lento; si va lento, porque va lento; si te adelantan, porque te adelantan, etc. Otros PPD son el lugar, momento y contenido de la parada para comer; también está el de encontrar aparcamiento en el caso de que el mierdiapartamento no disponga de él (se sabe de alguno que pasó los quince días de vacaciones dando vueltas con el coche a ver si encontraba un sitio).

Una vez en el punto de destino pueden surgir tensiones tales como las dimensiones, distribución y materiales de construción del mierdiapartamento (siempre será muy canijo, mal distribuido y con unos tabiques tan delgados que ni se pueden colgar pósters por miedo a un derrumbe).

Y el calor que hace es inhumano. Se supone que las vacaciones son para descansar, pero con ese calor no hay quien pare. Por el día te bañas, te pones tieso a cervezitas frías o tintos de verano y se va tirando para adelante. Pero las noches son un no parar, y no precisamente en la discoteca (que es donde acabas, porque pasas tanto calor como en casa pero igual conoces a una viuda rica que te retire).

Yo por eso aprecio el veraneo norteño. Aquí el verano se entiende de otra forma. Sí, son vacaciones, pero es tiempo de ir de romería en romería, de fiesta en fiesta y de comilona en comilona. El verano en el norte es orquesta y procesión, es reunión familiar y desbocamiento hedonista. Los pueblos gallegos se llenan de coches con la matrícula del País Vasco, Cataluña, Francia o Alemania. Se vuelven a escuchar los mismos saludos, las mismas preguntas y las mismas despedidas.

Yo soy un privilegiado, lo sé. Disfrutar del entorno de la ría de Vigo es algo que agradezco cada día. Discutía con mi primo hace unos días que para que ir a Mallorca o a Valencia o Murcia (qué hermosa eres) si aquí disponíamos de terrazas con vistas a la ría desde las que contemplar el mejor atardecer del mundo (y estoy dispuesto a llegar a las manos, si fuera necesario, para defenderlo), disfrutar de playas de arena (no de tierra desmenuzada como en el Mediterráneo) y de un mar con una temperatura más razonable ( el Mediterráneo parece que es un gran meadero y por eso el agua está calentita). Ah, y no tenemos problemas de medusas.

Bueno, despídome ya, que esto se alarga demasiado. Disfrutar de lo que queda de verano y recordar: cuando el cuerpo de tu vecino veas quemado, hechate crema para no acabar chinado.


2 comentarios:

noa dijo...

Sí señor! donde esté un verano gallego que se quite todo lo demás, sí es que aquí vivimos mejor que nadie, sin sufrir un calor aplastante y con fiestas en todos los pueblos un fin de semana sí y otro también. Besos

Anónimo dijo...

Si, mucho odias Levante pero veraneas en él......yo también odio Galicia (lo siento, pero es superior a mi) y no se me ocurre ni pisarla.....
Saludos