domingo, 24 de mayo de 2020

Apátrida

Desde hace un tiempo, la derecha ha marcado un camino y unas directrices para ser español. Y todo aquello fuera de ese camino queda señalado como algo negativo o incluso contrario.

En ese lote de características que conforman el buen español ( y único válido) destacan símbolos como la bandera. Ese pedazo de tela de color rojo y amarillo es el que acoge a todos aquellos que vivimos en este país. O debería acoger. La derecha ha decretado que solo ellos pueden ondear ese símbolo de forma legítima y que todo aquel que la ondee pertenecerá a su credo político- económico. Ese movimiento, que lleva muchos años forjándose, pero que ha sido en los últimos años de repeticiones electorales y cuarentenas en los que parece haber dado sus últimos retoques, nos expulsa a muchos que nos sentimos españoles pero sin la vehemencia ultra. Españoles que agradecemos estar en un país que proporciona una sanidad de calidad y gratuita; una educación pública que resiste a los intentos de derrumbe que desde los gobiernos han iniciado y que tira de oficio y vocación para salir adelante; un bagaje histórico y cultural envidiable, con sus muchas realidades históricas, recogidas en sus agrupaciones autonómicas; un país formado por gente que está por encima del nivel mostrado por sus gobernantes.

Yo me siento español, de forma tranquila, pero igual que me siento gallego y vigués, y ahora un poco vasco: agradecido de tener la suerte de estar aquí, sabiendo que no lo puedo llamar orgullo porque el lugar de nacimiento no se elige.

Pero mi problema está en que no me dejan ser español de una manera diferente a la suya. Porque un grupo ha decidido que ser buen español es ser egoísta y solo pensar en las rentas altas; ser buen español es aprovecharse del trabajo de tus empleados esclavizados; ser buen español es querer tener un acceso a la sanidad o la educación solo para unos pocos; ser buen español es sembrar odio sobre el de fuera si viene en patera pero besarle los pies si su dinero está manchado de sangre. Para ellos, en definitiva, ser buen español es que la mayoría de españoles no lo puedan ser.

Y yo me quedo, como muchos, en una tierra de nadie, expulsados de un espacio simbólico pero no del físico. Vivimos en España, cumplimos con sus leyes y pagamos nuestros impuestos, pero no podemos ser españoles. Somos los neo-apátridas: náufragos en nuestro propio país, forasteros en tierra propia.

lunes, 27 de febrero de 2012

Ni os acerqueis

Lo de este año con los Oscar ha sido de traca. Si no fuera suficiente insultar al cine en general premiando a The artist como mejor película; defenestrar a todo los actores que sí tienen carisma con el premio al mejor actor a Jean Dujardin; ningunear a maestros como Scorsese cuando el premio al mejor director recae en manos de un enclenque mental como Michel Hazanavicius; o abochornar a escritores de verdad como un día lo fue Woddy Allen y no el clon de baratillo que le escribe ahora guiones horrorosos como el de esa Midnight in Paris que no es más que una práctica de final de curso de la Universidad de New York, ciudad de donde nunca tenía que haber salido; redondean la noche con un oscar al mejor guión adaptado al peor telefilm en años (truñaco del señor Payne, que si no fuera por nuestro amigo Clooney no salía ni en las reseñas del videoclub).

Así que: quien os quiera que os compre, porque en los últimos quince años estos premios son de traca. Desde que los Westein se obsesionaron con ganarlo como sea han conseguido lo mismo que Lance Amstrong con el Tour, que sea una mierda de carrera y cuyo final no interese a la gente.

Para terminar, si The Artist es la mejor película de este año; Urdagarín es el mejor yerno; Camps filántropo sin fronteras y los de la casa de Gran Hermano, futuro premios Nobel en Física y Literatura.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Un pequeño apunte

Vuelvo momentaneamente para dejar unos breves comentarios sobre las últimas tres películas que he visto:

Super 8
: excelente cine de aventuras vacio de emoción. Perfecto en su ejecución, aunque con un par de fallos que lastran la resolución del conjunto (la resolución de la trama del malo deja mucho que desear y hace que el final sea descafeinado). Nota: 6,5.

La piel que habito: he leído a posteriori críticas que declaran que la película de Almodóvar es una película compleja. No sé que película habrán visto. La que ví yo falla estrepitosamente en todo aunque la perplejidad del espectador ante tamaño despropósito hace que uno no se aburra en todo el metraje. Para más inri, creo que la actución de Banderas es de lo peor que he visto en una película de Almodóvar: un Banderas al que durante todo el metaje se le notan los esfuerzos por aparcar sus tics componiendo un personaje falso desde el minuto uno. Del personaje de Roberto Álamo no voy a decir nada por el momento por que tiene mucha tela. Nota: 4.

El árbol de la vida
: el mejor resumen es: las imágenes son bonitas. El señor Malick trata de subnormales a todo los espectadores al componer una reflexión sobre el hombre y la Naturaleza tan obvia que parece un ejercicio de primero de la ECAM o la ESCAC. Es redundante, es simplista, es largo y tediososo (ese final propio de un Frank Capra un tanto metafísico deja mucho que desear). Creo que, con mucho y a falta de ver El nuevo mundo (2005), es la peor película de Malick. La reflexión completa llegará, si todo va bien, en breve. Nota: Imagen- 9, Fondo: 2.

En breves, las críticas despellejando en mayor profundidad.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Un poco de cine, por favor

Si, estoy que lo tiro.

Volviendo a cosas más mundanas me gustaría comentar la edición que hoy termina del festival de Donosti. Me da a mí que en menos de 10 años no habrá ni festival ni gaita como siga intentanto competir con el resto de festivales grandes y todo por obra y gracia de un palmarés que peca de ombliguismo. Y es que es un mal que persigue a España en cualquier cosa que haga. Ya sea el festi de Donosti o los premios Principe de Asturias. Siempre queremos quedar bien con los nuestros y hacemos que el nivel descienda de forma alarmante.

Por si fuera poco, dos eventos de primer nivel como el mencionado festival y la Vuelta Ciclista a España pierden fuste por ser las últimas de sus respectivos circuitos. Vamos que cuando llegan aquí, el pescao ta to´vendio.

Por lo menos este año no les ha dado a los del Festival por darles el premio a alguna pelicula patria sobrevalorada y producida por alguno de los patrocinadores del festival.

Eso si, la Concha está monísima en esta época del año.

Yo para ser feliz quiero una nación

De vuelta para comentar ciertos aspectos de la semana que se avecina con esa huelga general que de seguir los servicios mínimos solicitados por el ministerio y demás estatutos nacionales sería una pausa para el cigarro.

Me hizo gracia en su día la fecha elegida puesto que a finales de Septiembre la huelga no hace tanto daño como a principios cancelando vuelos, trenes, cerrando gasolineras, con solo una taquilla de peaje. Se hubiera cre3ado un superatasco tal que ni lo chinos y sus congestiones de 90 kilometros en la M-30 pekinesa. Pero claro, cuando uno se pone a meditar quienes son los responsables de decidir las fechas así como las reclamaciones que se han de hacer al gobierno pues como que todo queda aclarado. En estos tiempos no debemos considerar a los grandes sindicatos como la herramienta que conseguirá mejoras para el trabajador puesto que hace ya yiempo que se han convertido en la voz de su amo, un gobierno que sigue meando encima nuestra y no solo dice que es lluvia sino que incluso intentat convernernos de que es Sunny Delight.

Una huelga general de un día lo único que hace es que la gente aproveche y se vaya al monte o a visitar algún sitio bonito. Será por ser gallego, pero para mi la huelga es ir a Portugal a dar una vuelta por el mercadillo. Y eso es por que la gente hace tiempo que ha aceptado que los politicastro y gentuza de medio pelo que gobiernan (desde alcalde a presidente europeos y mierdas varias) van a hacer lo que les salga de la punta del mismísimo cimbel aunque salgamos a la calle con el puño en alto y nuestras soflamas proletarias. Dejémonos de milongas: la única solución es sitiar sus urbanizaciones y llevarles toneladas de mierda a sus puertas para que puedan recibir todo lo que han sembrado.

Por mi parte, pienso pasar el día viendo películas de Charles Bronson y Chuck Norris para poder comprender de donde viene ese odio a todo aquel que quiera reivindicar sus derechos.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Bien hallados

Retomo transitoriamente la actividad de este vuestro blog amigo para comentar el fenómeno más grande de los últimos años: el final de Lost. Avisados quedáis de spoilers y mierdas varias así como ciertos insultos gratuitos dirigidos a diferentes personas.

Lo primero es la valoración breve: el final no solo me gustó sino que me parece perfecto, salvo por un detalle: Kate debía morir de forma cruel, dolorosa y gratuita (se me ocurre la de morir empalada por una caña de bambú al girarse para ver a Jack cuando se despiden, por poner un ejemplo). Por lo demás me ha emocionado como solo las grandes obras pueden hacerlo: desde el corazón de los personajes, lo verdaderamente importante de esta serie. Y es aquí cuando abro la lista de insultos para aquellos que se hacen llamar fanes (y con feces) y que califican el final como un truñaco o algo peor. Me producen lástima pues han perdido seis años de sus vidas detrás de algo que nunca fue lo que ellos creían. Lost ha sido, fue y será una de las más grandes series sobre personajes de la historia. Sólo la fuerza de estos personajes hizo posible que siguiéramos aguantando la serie tras cada nueva pirueta (siendo suaves) de los guionistas.

Es Lost una de las obras más grandes obras acerca de la redención y de la vida (y por consiguiente de la muerte) que hemos podido disfrutar y al igual que otra gran serie que investigaba los mismos territorios, Six feet under, es un culebrón donde los personajes son la excusa real para no abandonar el barco. Como dejar de ver una serie que posee unos personajes con la fuerza de John Locke, Benjamin Linus o Desmond Hume.

Han sido seis temporadas donde hemos sincronizado nuestras emociones con las de estos personajes hasta el punto de sentir cierto fastidio, como ellos, cuando algunas preguntas no eran respondidas. Y esto ha sido así hasta que en el último episodio han (hemos) comprendido que las respuestas no importan sino el camino que lleva a conjurar la pregunta.

También quiero dejar aquí constancia de que la serie no me parece la historia de una isla, ni de un grupo de supervivientes de una catástrofe aérea. Lost es la historia de un ataúd vacío que será ocupado por un hijo en busca de la redención de su padre (tema presente ya en Star Trek de J.J. Abrams).

Así que a todos los que se han sentido defraudados. lo siento por vosotros, por estar tan muertos en vuestro interior.

Y a los responsables de todo esto, solamente darles las gracias. Es lo mínimo que puedes hacer para con alguien que te ha dado la oportunidad de llenar tu vida con algo tan grande.